Maestras del Siglo XIX2025-02-16T17:08:42+00:00

Maestras del siglo XIX

Del aula y la pluma: Trazando saberes en cada letra

Desde mediados del siglo XIX y hasta comienzos del XX, Chile atravesó una serie de transformaciones que consolidaron el sistema republicano, un proceso marcado por luchas, tensiones y contradicciones que dieron lugar a la aparición de diversos sujetos sociales. Este periodo también fue testigo de una modernización que impulsó la creación de un campo cultural y escritural en expansión. En este dinámico contexto, las mujeres comenzaron a desafiar las barreras tradicionales, reclamando su espacio en la esfera pública. Intelectuales, críticas, escritoras, traductoras, antologistas, periodistas y editoras alzaron su voz –visítese www.prensademujeres.cl–, empleando la escritura como una herramienta para posicionarse y participar activamente en los debates de su época.

La mayoría de estas intelectuales encontraron en la docencia su primer paso hacia la escritura. Este ámbito se convirtió en una puerta de entrada gracias a la creciente demanda de profesoras impulsada por las políticas estatales que promovían la apertura de escuelas públicas para niñas. Las mujeres podían acceder a este espacio de dos maneras: a través de un reconocimiento informal o mediante la obtención de un título. El primer camino era la ayudantía, donde las estudiantes más avanzadas eran promovidas para asumir funciones de enseñanza. El segundo, correspondía a la titulación oficial, otorgada por las escuelas normales femeninas que comenzaron a funcionar a partir de 1853. La formación y carrera de maestras primarias se transformó en la vía para que mujeres pobres accedieran a un oficio legitimado por la sociedad y el Estado.

Más adelante, las mujeres de clase media también se integrarán como profesoras de educación secundaria. Esto sucederá en 1893, cuando el Instituto Pedagógico perteneciente a la Universidad de Chile –fundado en 1889 para formar docentes de nivel secundario– comenzó a admitir mujeres. Hasta entonces, la educación secundaria había estado a cargo de maestras que se formaban de manera autodidacta y trabajaban en escuelas privadas para señoritas. La obtención de un título universitario por parte de estas nuevas profesoras no solo generó una brecha salarial y de estatus frente a las maestras de primaria, sino que también les otorgó mayor prestigio y reconocimiento en la esfera educativa.

Las diversas vías de acceso a la docencia se evidencian claramente en las trayectorias de las maestras que aquí se presentan. Algunas ingresaron a la enseñanza a través del sistema formal, obteniendo títulos en las escuelas normales femeninas o en el Instituto Pedagógico, mientras que otras lo hicieron de manera más informal, ya sea por medio de la ayudantía o a través de su propia formación autodidacta. Sus escritos, en cierta manera reflejaran esa experiencia formativa y de ejercicio profesional.

La escritura de las maestras no se limitó al ámbito literario. En las aulas, hallaron un espacio para volcarse a la escritura, donde plasmaron sus reflexiones sobre sus experiencias educativas, interpretaron las políticas educativas vigentes, crearon nuevas metodologías y, en muchos casos, articularon demandas por la igualdad en la educación femenina. A pesar de su relevancia, estos textos fueron relegados a “géneros menores” y no lograron ser publicados formalmente.

La recuperación y el análisis de estos textos ha revelado la docencia como un espacio de producción de conocimiento. Es así que estas escrituras muestran una paradoja interesante: aunque el sistema educativo asignaba a las maestras un rol de simples reproductoras del conocimiento, ellas aprovecharon ese mismo espacio y los recursos disponibles para crear y producir nuevo conocimiento. A veces, lo hicieron con la intención de irrumpir en el espacio público; otras, con el propósito de reflexionar sobre sí mismas o sobre su gremio, reconociéndose como sujetos generizados y políticos.

Igualmente, no solo destacadas figuras como Gabriela Mistral y Amanda Labarca dejaron su marca en esta labor. Junto con ellas, muchas maestras anónimas también dejaron su huella: Antonia Tarragó, Isabel Bering, Leonor Urzúa, Eurídice Pinochet Le Brun, Emilia Lisboa, entre otras. Maestras que aquí nos proponemos rescatar del anonimato para darlas a conocer y reconocerlas como sujetos históricos, políticos y educativos y como productoras de conocimiento en la república masculina de las letras.

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