Belén Fernández Llanos
Tesista doctoral del proyecto
Fecha de publicación: 29 de noviembre 2024
El Taller de Memoria Docente es un espacio de lectura, escritura, conversación y reflexión entre profesoras, que nace gracias a este proyecto Fondecyt. Como tesista doctoral, me propuse abrir un espacio virtual con maestras en el que leyéramos algunos documentos de archivo recopilados en la investigación, y diseñar estrategias para escribir autobiográficamente sobre la experiencia de ser profesora y mujer, en diálogo con textos que docentes del siglo XX publicaron en diversos periódicos de las décadas del 20 y 30.
Mi interés nació a partir de mi participación como investigadora y mediadora de talleres con profesores a lo largo de una década. Siempre me emocionó que las profesoras y los profesores fueran capaces de construir en sus textos historias sobre el trabajo docente, relatos llenos de vida cotidiana, con personajes únicos y a la vez muy colectivos, con descripciones espaciales de la escuela, patios, trayectos y salas de profesores. Además, con comprensiones disciplinares en algunos casos muy profundas, no abstractas, sino encarnadas en sus propias vivencias, y no por ello agotadas en la singularidad. Me conmovía lo que puede hacer el profesorado cuando se les invita y acompaña a escribir narrativa. Escritos críticos, sensibles, creadores de significados, locales, propios, portadores del intercambio con sus pares. Al mismo tiempo, la experiencia de escribir en comunidad abría una grieta en la vida docente, esa vida rápida, sobre exigida, con poco tiempo para la conversación y las ideas. Una grieta por donde entraba la luz.
Pero también me quedaban preguntas abiertas respecto de cómo articular eso a un pasado en el que yo sabía, por mi trabajo como historiadora, que docentes habían escrito, publicado y circulado, es decir, habían sido, además de docentes, autoras y autores. En los textos de los talleres aparecían trayectorias escolares, vidas familiares pasadas, referentes docentes, pero todo me parecía una “memoria de corto alcance”, que no era de por sí insuficiente, pero que fue anudando en mí las preguntas acerca de cómo colaborar en construir una “memoria de larga duración”, como dijera Braudel, esta vez pensada por y para el magisterio: una memoria de larga duración docente.
Con ese deseo, seleccioné documentos de publicaciones del siglo XX, todas vinculadas de alguna forma a la Asociación General de Profesoras, y diseñé consignas de escritura que motivaran la escritura autobiográfica sobre ser maestra y mujer, siguiendo lo que aprendí del dispositivo de investigación/acción/formación denominado Documentación Narrativa de Experiencias Pedagógicas. Convoqué por redes sociales al taller mediante un afiche que recuperaba la gráfica de revistas como Nuevos Rumbos, Alborada y Nervio, y me encomendé a la vida para que la invitación resultara.
Desde abril de 2024 a enero de 2025 completaremos más de 35 sesiones online con un grupo estable de 20 a 25 compañeras de edades, especialidades, y ubicaciones geográficas diversas. A partir de nuestros encuentros y de los textos que ellas producen, me voy preguntando qué es la memoria docente, cómo se activa, qué formas nuevas se pueden desplegar para que el pasado del magisterio sirva como herramienta de reflexión sobre la profesión actual, y cómo la narrativa autobiográfica puede mostrar y crear relatos sobre ser profesora, en conexión con docentes de otros tiempos y sus tradiciones escriturales.
El Taller ha sido una experiencia bellísima, de conformación de comunidad y aprendizaje mutuo. Los textos de las compañeras del taller me sorprenden y exceden con creces lo que yo imaginaba que se podía hacer juntando documentos de archivo y escritura autobiográfica. Creo que la experiencia renueva las herramientas del enfoque biográfico narrativo, en tanto incorpora lo que el oficio de historiadora regala: saber buscar en archivos, interpretar documentos, inscribirlos en contextos, recuperar vestigios de producciones culturales valiosas. Sin estos elementos quedamos despojadas de un pasado que, aunque no nos determina, nos sostiene y nos muestra posibilidades viejas, pero nuevas, para existir y escribir.
Por otra parte, la perspectiva biográfica nutre al oficio de historiadora, en tanto muestra lo que pueden hacer las comunidades vivas cuando recuperan esos yo de otros tiempos; y cómo ellas, sin ser profesionales de la historiografía, llevan a cabo procesos de interpretación del pasado que les dan sentido a sus experiencias contemporáneas.
Esta experiencia ha abierto nuevas preguntas de investigación para mí, todas vinculadas a las potencialidades de leer y escribir en colectivos docentes. Con las compañeras del Taller seguiremos trabajando juntas el próximo año: haremos un club de lectura donde leeremos obras narrativas protagonizadas por personajes/narradores docentes, o que transcurren en escuelas. Hemos pensado también en hacer una revista para publicar relatos de profes y recuperar esa fuerza autoral y escritural que se fue perdiendo a lo largo del siglo XX.
Yo por mientras sigo leyendo y escribiendo, afirmada en convicciones antiguas y renovadas a la luz del fuego del Taller: La escritura narrativa es consustancial a la docencia, es una potencia transhistórica. Y por ello, la narrativa autobiográfica sobre el trabajo docente adquiere más sentido cuando se piensa inserta en una herencia de profesoras-autoras, porque nos permite comprender la experiencia personal como una suma de experiencias históricas que nos habitan, que a veces luchan entre ellas, y que nos ayudan a encontrar en el lenguaje una forma propia de ser maestras.
Noviembre de 2024
Coñico, Región de Los Lagos